miércoles, 29 de octubre de 2008

martes, 14 de octubre de 2008

10(73) palabras: el día del cíclope

BUENOS DÍAS

El domingo fue un día interesante. Siendo el único del piso que la noche anterior había dormido, me desperté pronto y cogí la cámara. En un primer intento de seguir puritanamente las normas, pase de ducharme, ya que mojar la cámara no entraba dentro de las instrucciones. Me fui guiando por los pasillos encuadrando la imagen en vertical, siguiendo el parqué hasta el motivo principal de mi obra, que venia a ser lo que tuviese delante. Era SENCILLO Y LINEAL. Y lo digo por que esto fue lo poco que puse en práctica durante las dos horas que estuve despierto y moviéndome por un piso casi fantasma. Antes de ponerme a desayunar decidí ordenar la cocina, no sin antes descansar un segundo haciendo fotos falsas de un moderno bodegón al que le puse de título “fiebre de sábado noche”. Un poco recargado, pero las botellas y la mesa permitían hacer un buen encuadre.

DUCHAS Y DESAYUNOS

Mi desayuno fue una taza de café que me encargué de ubicar en cada uno de los puntos que resultaban del tres en raya imaginado en la regla de los tercios. A pesar de que parecía el reverso de la carta de un bar de poca monta, me ilusioné por recordar algo de clase en un estado de somnolencia aun no aliviada (la taza vacía no me parecía tan estética, aunque llegué a las 150 fotos con ella).

Tras aquel temprano éxito matinal, escuché la puerta del baño abrirse. Silenciosamente active el flash y me encamine al baño en cuestión, abriendo poco a poco la puerta. Alfredo, mi compañero de piso, acababa de encender el grifo de la ducha. En ese precisó momento introduje la cámara por la puerta entornada y disparé mi foto 151, 152, 153, 154, y 155 (así era más fácil llevar la cuenta).

Tras aquello me dedique a acosar cada uno de los desayunos de mis compañeros, al principio sin mencionarles que ninguna de las fotos se estaba quedando registrada. Que cada pulsación de mi dedo, respondía a una tarea de una asignatura, y que meter mil fotos en una práctica podría suponer un colapso de blogspot. No, no lo sabían, a pesar de que la tarjeta de la cámara reposaba encima de mi ordenador portátil, en la mesa pequeña del salón.

PIO XII

Pió XII es una avenida especialmente larga. Tanto como las caras de la gente que se cruzaba en mi camino. La verdad es que era un día bastante triste. Nada de especial relevancia. Las losas rayadas del suelo permiten dirigir la vista hacia cualquier peatón que quieras encuadrar. Paso lo mismo en Sancho el fuerte. Me sentía viendo las cosas como en una película, cruzando mientras veía tan sólo a través del objetivo. Gracias a Dios ningún coche la tomo conmigo, así como ningún transeúnte.

VUELTA DEL CASTILLO

Supongo que la ciudadela puede aportar mucho más lirismo que aquel que yo capté esa mañana. En mi inconciente estatus de aficionado, me sentí como si todo, cada cosa, mereciese la pena ser fotografiada, un perro, un árbol, dos, una persona caminando, cualquier cosa. Puro capricho supongo. Di una vuelta que completé una hora después, desviándome en el baluarte. Pude comprobar que el edificio del corte ingles no daba una buena imagen recortando el cielo gris, y que recordaba a chatarra, chatarra reluciente que contrastaba con el baluarte, más a tono con el día prototípico de Pamplona.


SAN SEBASTIÁN


Por la tarde, tras una comida en la que descanse bastante el dedo y la vista, me encaminé de nuevo a la ciudadela, con el propósito de coger un autobús que me llevase hasta San Sebastián. La estación, tema eterno de cualquier aficionado a la fotografía, me permitió fijar una simetría perfecta en las escaleras mecánicas, situándome yo en medio, en las escaleras de piedra, sentado incluso, haciendo fotos a diestro y siniestro de la misma imagen, pero con personas distintas. Supongo que me debí sentir un poco como Harvey keitel en Smoke.

Tras aquello, me dirigí a la taquilla, compré un billete, y me dispuse a esperar. Llevaba la cámara, y el libro de 1984, para el autobús, aunque lo cierto es tenía tantas ganas de pasar las 800 fotos y descansar que la mayor parte del viaje me dediqué a capturar montañas dentro de aquel recuadro que me empezaba a marear.

San Sebastián fue un cuadro constante. De las ciudades en las que he estado, es sin lugar a dudas la más bonita. Tuve además la oportunidad de poder contemplar la bahía durante todo el proceso del atardecer. Si bien es verdad que adelante poco en número de fotos, por ir acompañado, cada una de ellas me hizo recapacitar sobre la cuestión de que ninguna anterior valía tanto como aquellas. Daba igual la preparación. Aplicando cualquier norma, cualquier encuadre era bueno. San Sebastián es un milagro. Y lo digo a voz en grito. No hay nada que pueda compararse. Si tuviese que elegir un sitio donde vivir, sería esa ciudad. Me sentí estúpido con una cámara de fotos. San Sebastián no se puede fotografiar. Se tiene que vivir, y ya está. También es cierto que el tiempo acompañaba bastante, ya que el domingo a la tarde poco o nada tuvo que ver con la mañana.

Si bien es verdad que todo era susceptible de ser fotografiado, también e de mencionar que tuve problemas con el peñasco que cierra la bahía, ya que no sabía a que ángulo agarrarme, si ubicarlo cerca del Igeldo o del Urgull, si dejarlo solo (que parecía, por sencillez, y por una mejor definición figura-fondo la mejor opción) o acompañarlo.

Sea como fuere, durante la caída de la tarde me dedique a perseguir cada uno de los barcos de la bahía y pescarlos para mi colección de fotos imaginarias. Con ellas acabe mis mil fotos. La verdad es que ya estaba bastante saturado, a pesar de que San Sebastian ayudó bastante a amenizar la tarea.

UNA VISIÓN DE CONJUNTO

Hasta ahora jamás había tenido una cámara entre mis manos tanto tiempo. Supongo que ahora sé lo que siente un director de fotografía de cualquier producción cinematográfica. Si que es verdad que ahora puedo identificar mejor, bueno, más, puntos de apoyo, por así decirlo. Servirme de objetos que armonicen la composición, le den equilibrio. Creo que ahora tengo mayor soltura con la cámara y me es más fácil y rápido realizar un encuadre medianamente bueno.

ÁRBOL (1ª práctica)












Tras un intento fallido en Pamplona decidí aprovechar una excursión para buscar un árbol que me transmitiese algo. Este fue el elegido. ¿La razón? la verdad es que podría describir lo que me produjo, pero mejor que juzgueís por vosotros mismos. Realmente me impactó la corteza en el suelo, como si alguien hubiese degollado el tronco. Un tronco desnudo, desprotegido. Me sentí en carne viva. Y las hormigas correteando por ella, y el aspecto tétrico de su follaje, de sus ramas. eso fue lo que me impulso a fotografiar este árbol, y no aquel.